viernes, 8 de abril de 2011

¿SON JUDÍAS LAS RAÍCES DE LA CULTURA OCCIDENTAL?

CC
¿Dónde se encuentra la sabiduría?  Libro de la última etapa de 
Harold Bloom. Todo en http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-68482005000200009&script=sci_arttext. Bloom se esfuerza por hacernos ver que los hebreos, recogiendo la influencia egipcia y sumeria, nos heredan con los libro de Job y el Eclesiastés la sabiduría más brutal y escéptica de la Biblia hebrea. El libro de Job ofrece sabiduría, pero no la podemos comprender. De ahí el espléndido poema del Capítulo 28, 12-28, que no nos deja otra opción que rendirnos ante su elocuencia:
Mas la sabiduría, ¿de dónde viene?
¿cuál es la sede de la Inteligencia?
Ignora el hombre su sendero,
no se le encuentra en la tierra de los vivos.
Dice el abismo: "No está en mí",
y el mar: "No está conmigo"...
La Perdición y la Muerte dicen:
"De oídas sabemos su renombre".
Sólo Dios su camino ha distinguido,
sólo él conoce su lugar

Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir. Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír. Lo que fue, eso será; Lo que se hizo, eso se hará.
Nada nuevo bajo el sol.
Si hay algo que se diga: "Mira, eso sí que es nuevo", aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron. No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán... He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos.
Lo torcido no puede enderezarse,
Lo que falta no se puede contar.
Bloom dice: El doctor Johnson, en su gran poema "La vanidad de los deseos humanos", capta el significado central de vanidad de vanidades, principalmente una referencia a nuestros deseos, ya sean eróticos o pertenezcan a la ambición. Hemingway se apropió del versículo 5 para titular su mejor novela. Pero gran parte de lo que aparece aquí forma parte de nuestras vidas: "Nada nuevo hay bajo el sol" y "Lo torcido no puede enderezarse".
Pues con Nada nuevo hay bajo el sol, proverbio que cruza todos los caldos culturales, Bloom pareciera que quiere advertirnos que las tragedias y esperanzas humanas apuntadas en el libro de Job y el Eclesiastés son las que retomarán Montaigne y Bacon, Johnson y Goethe, Emerson y Nietzsche, Freud y Proust, y también la sabiduría cristiana de su mayor exponente, San Agustín
Bloom se debate entre Jerusalén y Atenas. Como judío se inclina por la primera, así como tercia entre Platón y Homero. La astucia de Platón es la misma que la de los poetas a través de todas las épocas: malinterpretar creativamente al precursor poético dominante a fin de crear espacio imaginativo para ti... Platón, aunque fuera de su elemento al enfrentarse a Homero, es al menos un contrincante aceptable, pues ningún otro filósofo ha sido tan gran artista literario
Susan B. Levin, en un estudio revisionista de la relación de Platón con la tradición griega, nos hace acompañarla a la antigua disputa entre filosofía y poesía... Aunque deja constancia con precisión de la opinión de Platón de que los filósofos no necesitan poesía (lo que vaticina la actitud de David Hume y Ludwig Wittgenstein hacia Shakespeare), también capta cierta urgencia en la determinación de Platón de derrotar a Homero... No leo a Hume ni a Wittgenstein si no es en busca de algún aforismo deslumbrante, y vuelvo incesantemente a Shakespeare en busca de verdad, de fuerza, de belleza y, por encima de todo, de personas. Digo esto para admitir que La República es un libro que me hace infeliz. Al igual que releo el relato magníficamente ácido de Jonathan Swift, Historia de una barrica, dos veces al año para dominar mi rabia, también releo regularmente La República para recibir una sabiduría que mitigue mi furia contra toda ideología Y más adelanate:
¿Dónde pues, en Shakespeare, encontramos sabiduría? La respuesta, me temo, es en el cosmos vacío de El rey Lear y Macbeth. Aunque El rey Lear está ambientado en una Inglaterra pagana, Macbeth supuestamente tiene lugar en una Escocia medieval y, por tanto, católica, aunque hay muchas más alusiones bíblicas en la tragedia de Lear que en el mundo nocturno de las Brujas y Hécate que aparece en Macbeth. Una sabiduría negativa emana de ambas tragedias, presagiando a Schopenhauer, Freud, Proust y Beckett, visionarios de un Eros ilusorio y un Tánatos celoso.
Luego se refiere a Montaigne y Bacon, a Samuel Johnson y Goethe, luego Freud y Proust pondrán la diversión, los celos y el sexo, pasando por Emersión y Nietzche.
 En Estados Unidos seguimos teniendo emersonianos de izquierdas (el pospragmatista Richard Rorty) y de derechas (el enjambre de republicanos libertarios que exaltan al presidente Bush II). La visión emersoniana de la Confianza en Uno Mismo inspiró tanto al filósofo humanista John Dewey como al primer Henry Ford (divulgador de Los protocolos de los Sabios de Sión). Emerson sigue siendo la figura central de la cultura americana y conforma nuestra política, así como nuestra religión no oficial, que considero más emersoniana que cristiana... Nada es más americano, ya sea catastrófico o amable, que la fórmula emersoniana referente al poder: "Reside en el momento de transición de un pasado a un nuevo estado, en cruzar velozmente un abismo, en lanzarse a por un objetivo"... Los americanos pueden leer a Emerson sin leerlo: eso incluye a cualquiera en Washington D.C., que ahora pugna por el poder en el Golfo Pérsico (escribo esta frase el 24 de febrero del 2003). Regreso ahora a la paradoja de la influencia de Emerson: los que marchan por la paz y los partidarios de Bush son herederos por igual de Emerson en su dialéctica del poder.
Me siento mucho más feliz al pensar en la influencia de Emerson en Whitman y Frost, Wallace Stevens y Hart Crane, que en su influencia sobre la geopolítica americana, pero me temo que los dos ruedos son difíciles de separar. Lo que más importa de Emerson es que es el teólogo de la religión americana de la Confianza en Uno Mismo, cuya confirmación se hace a un alto coste. Cada dos años, la organización Gallup realiza una encuesta sobre religión. Los hechos centrales, un tanto desconcertantes, no cambian: el noventa y tres por ciento de los americanos dicen que creen en Dios, y el ochenta y nueve afirma que Dios los ama de manera personal e individual. Ni siquiera en Irlanda hay un porcentaje tan grande de creyentes, y en ningún otro país del mundo (que yo sepa) hay una tierra en la que casi nueve de cada diez personas mantenga una relación tan íntima con Dios.
Estoy convencido de que Emerson, un maestro de la ironía, se sentiría incómodo con esa progenie, pero su conocimiento del dios interior sin duda contribuyó a este aspecto de la religión americana. Entre sus primeros poemas, que dejó en manuscrito, hay asombrosas insinuaciones del desenfreno religioso americano, una fusión de Entusiasmo y gnosticismo autóctono:
No viviré fuera de mí
No veré con los ojos de los demás
Mi bien es bueno, mi mal malvado
Probablemente ahora se pueda comprender la línea de Nietzsche de que las grandes ideas sean los más grandes acontecimientos. En Estados Unidos la idea del Uno Mismo, en todas las esferas, se ha hecho, para calamidad de todos, en la realidad más descarnada. Esta Confianza engendró el concepto de libertad en Emerson, pero a su vez, un fuerte sentido de responsabilidad pública, toda vez que la antípoda de la libertad sea la decadencia de la mentira, esto es, engañarse Uno Mismo.
Por el contrario, Bloom sostiene que lo crucial de Nietzsche, desde una perspectiva poética, es que la poesía con sentido es aquella que produce dolor, ya que más allá del principio de realidad, que es la muerte, la poesía retrata al mundo que abunda en errores y que es prodigioso en sufrimientos. Como explica bellamente Bloom en vena nietzscheana:
Santificar una mentira y engañar con buena conciencia es la labor necesaria del arte, porque una concepción errónea de la vida es necesaria para la vida, mientras que la idea acertada de la vida simplemente acelera la muerte. La voluntad de engañar no es una voluntad trágica y, de hecho, es la única fuente a la que puede acudir el impulso imaginativo para contrarrestar el impulso ascético contra la vida
En estrecha conexión con la exposición de estas notas está el trabajo en torno a "Freud y Proust", que es el capítulo 7. Se trata, para Bloom, de la sapiencia alrededor del novelista de nuestro tiempo (Proust) y del moralista de nuestro tiempo (Freud).
Bloom hace a vinculación entre Freud y Proust, Bloom a través de la sabiduría que ambos poseen y manifiestan vía especulación sobre los celos. La novelística de Proust, deliciosamente irónica según el autor, se muestra generosa al tratar este tópico, y sólo se le compara Shakespeare en Otelo. Los celos en Proust se convierten en algo muy parecido a la pulsión de la muerte en Freud, toda vez que los protagonistas celosos de su narrativa "señalan la transformación de la persona amada en una sobredeterminación teológica, en que la supuesta inevitabilidad de la persona es simplemente una máscara para la inevitabilidad de la muerte del amado"
Distante de los problemas de los celos, y de las pasiones humanas limitadas, se encuentra "El Evangelio de Tomás", que es el capítulo ocho con el que se abre la tercera parte del libro, titulada como "Sabiduría Cristiana". El lector aquí asiste nuevamente a vinculaciones que hace Bloom entre religión, la figura de Cristo en particular, y la forma que los americanos tienen para abrazar la espiritualidad. Es una sección que tiene comentarios políticos, literarios y notas de análisis cultural. Y sigue
Conclusión una tendencia de Bloom en este libro debe ser cuestionada: depositar en la cultura hebrea, en tanto intertexto, la única fuente de buena parte de los tópicos intelectuales importantes de la historia de occidente, lo que expone un corte grueso e inadecuado de las relaciones históricas, en desmedro, incluso, de su propia primera línea del libro: Todas las culturas del mundo -la asiática, la africana, la de Oriente Próximo, la del hemisferio europeo-occidental- han fomentado la escritura sapiencial (13); por eso la pregunta por otros protagonistas de la literatura y la filosofía queda aun en el aire: por ejemplo, un filósofo o literato africano no cristiano, ni asomo; un asiático, para qué; un latinoamericano, qué más da; un oceánico, ¿existen? Una mujer... una mujer tras un vidrio empañado...
BIBLIOGRAFIA
Bloom, H. 2000. Cómo leer y por qué. Barcelona: Anagrama.
Bloom, H. 2002a. Canon occidental: La escuela y los libros de todas las épocas. Barcelona: Anagrama.
Bloom, H. 2002b. El futuro de la imaginación. Barcelona: Anagrama.
Bloom, H. 2005. Genios: Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares. Barcelona: Anagrama.
Cavell, S. 2002. En busca de lo ordinario. Líneas del escepticismo y romanticismo. Madrid: Cátedra.

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