sábado, 2 de abril de 2011

¿Está Dios en nuestro cerebro? Recientes descubrimientos y un debate científico

CC
Recientes investigaciones neurológicas han descubierto las zonas del cerebro implicadas en las experiencias místicas, suscitando un debate acerca de si este descubrimiento puede considerarse una demostración de la existencia de Dios, como dicen algunos, o más bien como una constatación de que la experiencia religiosa es sólo un producto más de la actividad cerebral. El error común a ambos puntos de vista consiste en plantear la cuestión de la existencia de Dios en términos de “objetivación”, pretendiendo que de la actividad del cerebro pueda derivarse la existencia o inexistencia de Dios como un objeto más entre los demás objetos, externos o internos, del mundo habitual. Por Mario Toboso.

…… Dios en el cerebro: a favor y en contra

De manera inevitable, todas las investigaciones que se llevan a cabo dentro del marco de la neuroteología suscitan una fuerte controversia.

Para unos, la existencia de una configuración cerebral específica asociada a la espiritualidad y al sentimiento religioso constituye un argumento a favor de la existencia de Dios; como si Dios perfilase en el cerebro la huella de su presencia para favorecer en el ser humano su conocimiento y el impulso de llegar hasta Él.

Para otros, dicha configuración confirma que la experiencia mística, reveladora de la existencia de Dios, es sólo un producto más de la actividad cerebral, un patrón neurológico carente de correlato real más allá de esa actividad.

Para los primeros, la posibilidad de que el cerebro esté biológicamente preparado para abrir la puerta a la realidad transcendente que conduce a Dios, respaldaría el surgimiento de las creencias religiosas en el desarrollo de la especie humana. Para los segundos, tales creencias habrían sido previstas por la evolución para ayudar a los seres humanos a superar las dificultades de la vida y contribuir así a la supervivencia de la especie.

Es interesante notar que donde unos esgrimen el argumento “Dios”, los otros hacen lo propio con la “evolución”, resultando términos casi intercambiables




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