jueves, 7 de abril de 2011

IRREVERENCIA DE LOS FÍSICOS FRENTE A LOS FUNDAMENTALISMOS. ILUSIONES ¿realidad y tiempo?

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"Dios no fue necesario para crear el universo"

Stephen Hawking sostiene que el Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física sin ninguna intervención de un ente sobrenaturalEl científico británico Stephen Hawking. EFE/Archivo

El científico británico Stephen Hawking. EFE/ArchivoEFE

Hubo un tiempo en que Stephen Hawking creía que el avance del pensamiento humano, gracias a la ciencia, permitiría conocer "la mente de Dios". Con este singular concepto, se refería a entender el origen del universo. Era una forma de apaciguar a los creyentes en Dios/Alá/Yahvé u otras deidades. Los caminos de la religión y de la ciencia no tenían por qué discurrir por planos diferentes.

Hawkins ha seguido pensando y ha llegado a una conclusión diferente. En su nuevo libro -El gran diseño-, coescrito con el físico norteamericano Leonard Mlodinow, el científico británico elimina a Dios de la ecuación: no necesitamos a Dios para entender la creación del universo. El Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física.

"Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo crearse a sí mismo de la nada, como así ocurrió. La creación espontánea es la razón de que exista algo, en vez de la nada, de que el universo exista, de que nosotros existamos. No es necesario invocar a Dios para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento", escribe el físico británico, de 68 años, en el libro del que ayer The Times publicó un extracto.

Adiós a Newton

Newton creía que el sistema solar no podía haber surgido del caos por la simple intervención de las leyes de la naturaleza. El universo sólo podía haberse originado por la mano de Dios.

Hawking admite que la coincidencia extraordinaria de una serie de condiciones que permitieron la propagación de la vida en la Tierra sería ciertamente inaudita si el nuestro fuera el único sistema solar del universo. Esa explicación, que ha dado tranquilidad de espíritu a tantos científicos creyentes, quedó desmentida -escribe Hawking- cuando se descubrió en 1992 el primer planeta extrasolar, que orbitaba en torno a una estrella que no era el sol. Desde entonces, han aparecido casi 500. Malas noticias para los seguidores de Newton.

El Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física
La esclerosis lateral amiotrófica que sufre desde hace años ha paralizado su cuerpo, pero su mente no deja de funcionar y sorprender. Hawking es un científico tan provocador que no deja de explorar incluso terrenos que otros colegas prefieren reservar a las películas de ciencia-ficción.
Hace sólo unas semanas, advirtió de que la raza humana debería colonizar el espacio en los próximos dos siglos porque de lo contrario desaparecerá. El crecimiento de la población y la escasez de recursos naturales no dejarán otra opción. En un documental en abril, llegó a predecir que un encuentro con una civilización alienígena no sería recomendable: "Si los extraterrestres nos visitan, el resultado no sería muy diferente a la llegada de Colón a América. Y ya sabemos que no fue muy bueno para los nativos americanos".

Hawking no ha abandonado su costumbre de alternar profundas explicaciones científicas con golpes de humor. En el nuevo libro, que saldrá a la venta en Reino Unido el día 9 -una semana antes de la visita del Papa al país-, comenta que el gran objetivo no es saber sólo cómo se comporta el universo, sino también por qué. Es decir, el enigma de "la vida, el universo y todo lo demás", como bien saben los lectores de la novela de Douglas Adams. Sólo que esta vez, "a diferencia de la respuesta de La guía del autoestopista galáctico, la nuestra no será 42".

Las bromas se acaban cuando Hawking y Mlodinow hacen un repaso del avance de la física teórica para llegar a la conclusión de que las teorías M son "la única candidata" para entender al universo en su conjunto y también la que Einstein esperaba encontrar. Las teorías M son la última aportación de la física teórica para convertirse en la teoría que unifique las cuatro fuerzas, o interacciones, fundamentales de la naturaleza (gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil).

Teoría de cuerdas

Planteada por el físico Edward Witten, tiene su origen en la teoría de cuerdas, por la que las partículas materiales no son puntos, sino cuerdas que vibran a una cierta frecuencia. Ambas teorías no han sido demostradas aún empíricamente pero son el escenario por el que progresan científicos como Hawking. A fin de cuentas, su mundo es el de la física teórica, con especial hincapié en la segunda palabra.

La idea es que no existe un solo universo, sino que hay una multiplicidad de universos, lo que nos devuelve al célebre debate sobre Dios: "Al igual que Darwin y Wallace explicaron cómo el aparentemente milagroso diseño de los seres vivos podía surgir sin intervención de un ser supremo, el concepto de multiverso puede explicar la evolución de las leyes físicas sin la necesidad de un creador benevolente".

"El concepto de multiverso puede explicar las leyes físicas sin un creador"
Eureka, dijo ayer el biólogo y apóstol del ateísmo Richard Dawkins. "Darwin expulsó a Dios de la biología, pero la física aún no lo tenía claro. Hawking ha administrado ahora [a Dios] el tiro de gracia".
Otros científicos no están tan convencidos. Saben que más allá de las universidades y los laboratorios, el debate no se centrará en electrones y protones, sino en las cuestiones vitales que han inspirado al hombre durante siglos, y que también hicieron posibles las guerras de religión. "Mi mayor problema con todo esto -ha dicho George Ellis, presidente de la Sociedad Internacional de Ciencia y Religión- es que se pide a la gente que elija: ciencia o religión. Y mucha gente dirá ‘vale, elijo la religión', y entonces la perdedora será la ciencia".

Escépticos

Sin necesidad de que los teólogos entren en escena, hay científicos que no creen en las teorías M como la solución y aún están esperando algún tipo de comprobación empírica.

"Mucho ruido y pocas nueces", era el título de un artículo en The Times de Frank Close, profesor de Física Teórica en la Universidad de Oxford, con el que valoraba los hallazgos de Hawking: "Si el único objetivo [de Dios] era crearte a ti, a mí y a Stephen Hawking, ¿no era suficiente con un único sistema solar? No creo que las teorías M aporten nada al debate sobre Dios, a favor o en contra".

Si los propios científicos que desarrollan las teorías M no se ponen de acuerdo sobre si es una teoría o una familia de teorías, es poco probable que los demás mortales puedan tenerlo más claro. Lo que sí tiene Hawking es una audiencia. Quizá el gran enigma no tenga que ver con la existencia de Dios, sino con saber cuántas de las nueve millones de personas que compraron Breve historia del tiempo se atreverán con su nuevo libro.

Una teoría imposible de demostrar

Los físicos aún tienen problemas para definir las teorías M. De hecho ni se ponen de acuerdo en qué significado darle a esa letra. Aunque no es la única que lo pretende, busca englobar a las grandes teorías de la física moderna (la de la relatividad general, la mecánica cuántica o las diversas variaciones de la teoría de cuerdas).“Es como un dado en el que cada cara ayuda a explicar la realidad que se está observando”, compara el astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC Emilio García. Para Hawking, la fuerza de esta ‘madre de todas las teorías’ está en que explica varias de las grandes preguntas que se viene haciendo el hombre.

En el universo existen un conjunto de fuerzas de la naturaleza y constantes físicas que parecen especialmente diseñadas para que la vida exista. “Bastaría cambiar la masa del protón o la constante de la gravedad para que fuera imposible la vida”, explica García, lo que invita a creer en un gran arquitecto. “Aquí, las teorías M y no sólo ellas, otras teorías que contemplan la idea de multiverso, ‘resuelve’ el problema, ya que según dichas teorías no existe un único universo sino muchos, una infinidad de ellos, cada uno con sus propias constantes de la naturaleza”, añade el astrónomo.

En cuanto al origen de todo, Hawking sostiene que las teorías M permiten la formación de universos de manera espontánea de la nada. Con esto sustituye a Dios.

El problema será probarla. Para García, “las teorías están fuera del alcance de nuestra experimentación”. M. Á. C.


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http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/mataix.pdf

«¿No es extraño como cambia este castillo al rememorar que Hamlet vivió en él? Como científicos, creemos que un castillo es una simple construcción de piedra y admiramos al arquitecto que lo proyectó. Las piedras, el tejado verde con su pátina, las tallas de la capilla, es lo que forma el castillo. Nada debería cambiar por el hecho de que Hamlet viviera en él y, sin embargo, cambia totalmente. De pronto, muros y almenas hablan otro lenguaje... Y, en definitiva, de Hamlet sólo sabemos que su nombre figura en una crónica del siglo XIII... pero nadie ignora los interrogantes que Shakespeare le atribuye, los arcanos de la naturaleza humana que con él nos abre, y para ello tenía que situarle en un lugar al sol, aquí en Kronberg». Reflexión de Niels Bohr según Heisenberg.
Reflexión que lleva a plantearse el significado de la realidad y del tiempo:
Besso gran amigo de Einstein insiste constantemente en la cuestión del tiempo. ¿Qué es el tiempo, qué es la irreversibilidad? Einstein, paciente, no se cansa de contestarle, la irreversibilidad es una ilusión, una impresión subjetiva, producto de condiciones iniciales excepcionales. Besso interrumpió abruptamente el diálogo con su muerte a lo que Einstein escribió a la viuda de su amigo: “«Michele se me ha adelantado en dejar este extraño mundo. Es algo sin importancia. Para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre pasado, presente y futuro es sola una ilusión, por persistente que ésta sea.» Esta frase expresa de un modo excepcionalmente notable el poder simbólico de la mente.
Sobre estas ilusiones Giordano Bruno escribió en el siglo XIV: «El universo es, por lo tanto, uno, infinito e inmóvil. Una, digo; es la posibilidad absoluta, uno el acto, una la forma del alma, una la materia o el cuerpo, una la cosa, uno el ser, uno lo máximo y lo óptimo, lo que no admite comprensión y, aun, eterno e interminable, y por eso mismo infinito e inacabable y, consecuentemente, inmóvil. No tiene movimiento local, porque nada hay fuera de él que pueda ser trasladado, entendiéndose que es el todo. No tiene generación propia, ya que no hay otra cosa en la que pueda desear o buscar, entendiéndose que posee todos los seres. No es corruptible, ya que no hay otra cosa en la que pueda tornarse, entendiéndose que él es toda cosa. No puede disminuir ni aumentar, entendiéndose que es infinito, y, por consiguiente, aquello a nada puede añadirse y nada substraerse, ya que el universo no tiene partes proporcionales. No es alterable en ninguna otra disposición, porque no tienen nada externo por lo que pueda surgir y a través de lo cual pueda ser afectado».

Durante mucho tiempo la concepción de Bruno dominaría el pensamiento científico de Occidente, del que se derivaría el concepto mecanicista del mundo con sus dos elementos básicos:
a) sustancias inmutables, átomos, moléculas o partículas elementales;
b) locomoción. Naturalmente, con la teoría cuántica se produjeron muchos cambios, y volveremos a ello, pero, aun así, perviven hoy día no pocos rasgos básicos de semejante concepción. Entonces, ¿cómo entender esa naturaleza sin tiempo que excluye al hombre de la realidad que describe? Como ha puesto de relieve Carl Rubino, La Ilíada de Homero gira en torno al problema del tiempo. Aquiles parte en busca de algo permanente e inmutable, «pero la enseñanza de La Ilíada, amarga lección que el héroe Aquiles aprende demasiado tarde, es que sólo se logra tal perfección a costa de la humanidad del individuo: éste tiene que perder la vida para acceder a ese plano de gloria. Para los seres humanos, hombres y mujeres, para nosotros, ser inmutables, estar exentos de cambio, tener seguridad total y permanecer inmunes a los veleidosos altibajos de la vida, sólo es factible al dejar este mundo, al morir, o al convertirnos en dioses. Horacio nos dice que los dioses son los únicos seres que llevan una vida sin riesgos, exenta de angustia y cambio» Y… qué decir de Odiseo?
Tiempo después Valery dice: «El determinismo riguroso es profundamente deísta. Ya que haría falta un dios para percibir esa absoluta concatenación infinita. Hay que imaginar a un dios, un cerebro de dios para imaginar tal lógica. Es un punto de vista divino. De manera que al dios atrincherado en la creación del universo lo restablece la comprensión de ese universo. Se quiera o no, el pensamiento determinista contiene necesariamente a un dios -y es una cruel ironía». El determinismo sólo es concebible para un observador situado fuera del mundo, cuando lo que nosotros describimos es el mundo desde dentro ………… algo realmente espectacular está sucediendo en la ciencia, algo tan inesperado como el nacimiento de la geometría y la grandiosa visión del cosmos, expresada en la obra de Newton. Poco a poco, somos cada vez más conscientes del hecho de que, a todos los niveles, desde las partículas elementales hasta la cosmología, la ciencia redescubre el tiempo.
Para entender los cambios que se avecinan en nuestra época, puede servirnos efectuar un balance previo de la herencia científica del siglo XIX. Considero que este legado contenía dos contradicciones básicas o, cuando menos, dos cuestiones básicas que quedaron sin respuesta.

Como es sabido, el siglo XIX fue fundamentalmente el siglo del evolucionismo. Baste con citar los trabajos de Darwin en biología, de Hegel en filosofía o formulación en física de la famosa ley de la entropía. El primero pone de relieve la evolución en lo biológico que corresponde a una complejidad creciente y a la autoorganización.

Es totalmente lo contrario al significado que generalmente se atribuye a la ley de aumento de entropía, tal como la formuló Clausius en 1865. El elemento básico en dicha ley es la distinción entre procesos reversibles e irreversibles. Los procesos reversibles ignoran una dirección privilegiada del tiempo. Piénsese en un muelle que oscila en un medio libre de fricción o en el movimiento planetario. Por el contrario, los procesos irreversibles implican una flecha temporal. Si juntamos dos líquidos, tienden a mezclarse, pero esta mezcla no se observa como un proceso espontáneo. Toda la química se basa en procesos irreversibles. Esta distinción se halla contenida en la formulación de la segunda ley, que postula la existencia de una función, la entropía (entropía, en griego, significa evolución), que, en un sistema aislado, sólo puede aumentar debido a la presencia de procesos irreversibles, mientras que se mantiene constante durante los procesos reversibles. Por lo tanto, en un sistema aislado, la entropía alcanza al final un valor máximo cuando el sistema llega al equilibrio y cesa el proceso irreversible.

Pero hay que destacar sin lugar a dudas el trabajo de una vida de uno de los más grandes físicos teóricos de todos los tiempos, Ludwing Boltsmann. Su labor se sintetiza en la primera interpretación microscópica de este aumento de entropía. Estudió la teoría cinética de los gases, convencido de que el mecanismo de cambio, de «evolución» se describiría en términos de colisión molecular. Su principal conclusión fue que la entropía S esta estrechamente relacionada con la probabilidad P. Todos han oído hablar de la célebre fórmula:
S = k ln P grabada en la lápida de Boltzmann tras su trágico suicidio en 1906. En ella, k es una constante universal a la que Planck asoció el nombre de Boltzmann. De igual modo que en el caso de Darwin, evolución y probabilidad, azar, están estrechamente relacionados. Sin embargo, el resultado de Bolzmann es distinto al de Darwin, e incluso contradictorio. La probabilidad alcanza el máximo cuando se llega a la uniformidad. Piénsese en un sistema constituido por dos recipientes que se comunican por un pequeño orificio. Es evidente que el equilibrio se alcanza cuando en cada compartimento hay igual número de partículas. Por lo tanto, la aproximación al equilibrio corresponde a la destrucción de condiciones iniciales prevalentes, al olvido de las estructuras primitivas; contrariamente al enfoque de Darwin, para quien evolución significa creación de nuevas estructuras.

Por lo tanto, con esto, se vuelve a la primera contradicción heredada del siglo XIX: ¿cómo pueden tener razón a la vez Bolzmann y Darwin? ¿Cómo describir a la vez la destrucción de estructuras y los procesos que implican autoorganización? Sin embargo, ambos procesos contienen elementos comunes: la idea de probabilidad (expresada en la teoría de Boltzmann en términos de colisiones entre partículas) y de irreversibilidad que se desprende de esta descripción probabilística. A continuación una problemática mucho más arraigada que la oposición entre Boltzmann y Darwin.
El prototipo de la física clásica es la mecánica clásica, el estudio del movimiento, la descripción de trayectorias que trasladan un punto de la posición A la posición B. Una de las propiedades básicas de la descriptiva dinámica es su carácter reversible y determinista. Dadas unas condiciones iniciales apropiadas, se puede predecir con exactitud la trayectoria. Además, la dirección del tiempo no desempeña papel alguno. Predicción y retropredicción son idénticas. Por lo tanto, en el nivel dinámico fundamental no parece existir lugar para el azar ni la irreversibilidad. Hasta cierto punto, la situación es la misma en física cuántica. En ella, no se habla de trayectorias, sino de funciones de ondas. También aquí la función de onda evoluciona con arreglo a leyes reversibles deterministas.

Como consecuencia, el universo aparece como un vasto autómata. En términos generales, la actitud clásica en relación con el tiempo era una especie de desconfianza, como puede comprobarse en numerosos libros y publicaciones. Por ejemplo, en su famoso libro El azar y la necesidad, Jacques Monod expone la tesis de que la vida es un simple accidente en la historia de la naturaleza. Es decir, sería un tipo de fluctuación que, por algún motivo no muy claro, es capaz de mantenerse.

Es cierto que, independientemente de la apreciación final de estos complejos problemas, este universo posee un carácter plural y complejo. Desaparecen estructuras, como en los procesos de difusión, pero aparecen otras estructuras, como en biología y, con mayor claridad aun, en los fenómenos sociales y qué no decir de los fenómenos cosmológicos.

¿Cómo superar, entonces, la aparente contradicción entre estos conceptos? Los procesos que implican azar o irreversibilidad eran considerados excepciones, meros artefactos. Por doquier la irreversibilidad y un nuevo diálogo entre ser humano, naturaleza y universo.


sobre estos temas también leer http://www.redcientifica.com/doc/doc200210070301.html

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